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jueves, 22 de septiembre de 2011

Una noche en la playa



Estaba aquella noche en la playa sentada junto a ella sobre la arena frente al agua,
mientras mirábamos como planeaban el vuelo los pájaros sobre la orilla.
Mi nerviosismo me impedía mediar palabra, deseaba pedir que me besara
o hacerlo yo sin más. Pero sentía que no podía, la escena era demasiado bella
para interrumpirla cerrando los ojos por minutos que durase el beso.
Era imposible negar que luego fuera ella quien me lo pidiera,
pues lo deseaba más que nada, y se acercó a mis labios y los sentí en mí.
Cuando me abrazó y besó ahí mismo el mundo se me hizo pequeño, creía ser la única persona en todo el mundo que en ese instante existía, pero a su lado.
Nos fuimos a las hamacas y me quedé ahí dormida arropada por ella mientras me decía cuánto me quería.
Oía como me hablaba y me hacía la dormida para no separarme ni un milímetro de su piel.
En verdad estaba emocionada y con las lágrimas fuera de los ojos, me sentía más feliz que nunca.
Cuando recuerdo esa imagen es como sentirla de nuevo, volver a revivirla y creerme que se repite.
¿Cuántos momentos existirán así?


Ninguno...


Pues son momentos tan únicos como ella lo fue esa noche.





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