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jueves, 7 de julio de 2011

Helados y más abrazos

Recuerdo un día, fui con Irene a la playa por la noche y paramos en una heladería,
Ciao Ciao se llamaba.
La noche lucía preciosa, llena de luces con el agradable soplo de viento del verano,
era encantador mirarla fijamente, ver como ella me miraba a mí.
Y surgió una conversación, que ahora me sigue encantando recordar aquella escena, tan sugestiva.
No recuerdo bien la primera frase por la cual se inició la conversación,
fue un amigo que estaba con nosotras, diciendo sobre con quién se casaría Irene,
a lo que ella me miró, me sonrió de manera tan tierna, y dijo...
-Yo ya sé con quien quiero casarme...
Y acto seguido me abrazó muy dulcemente.
Cierto que casi saltan mis lágrimas de la emoción, pero era imposible contenerme,
imaginarme con ella años después aún hace que me conmocione, me estremezca...
Quien diría, que meses después, aquello no se cumpliría.
Aún así la espero. Esa frase siempre la recordaré, pues es con ella con quien quiero aun, compartir mi vida. 

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